En épocas del
Imperio Romano, en ocasión de fundarse una nueva ciudad, se procedía a trazar su perímetro mediante un surco provocado con un arado según un viejo rito
etrusco. El surco trazado no debía ser traspasado dado su carácter sagrado. El
sacrilegio del surco fundacional de
Roma fue la causa de la muerte que
Rómulo dio a su hermano Remo. Debido a que la gente debía poder entrar y salir del perímetro trazado, resultaba necesario dejar segmentos del perímetro sin trazar, para lo cual se
portabael arado unos metros para determinar el acceso a la ciudad. Posteriormente, al erguirse los muros perimetrales de las ciudades, el segmento en el cual se había alzado el arado adquiría las características de lo que hoy llamamos puerta.
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